La cotidianeidad anda llena de fogonazos de aprecio, clamores de amistad y aspavientos de simpatía que se diluyen al minuto de haberlos manifestado. La adrenalina de la voluntad espasmódica tiene eso: tal como viene, se va. Son propuestas impulsadas por subidones de euforia, deseos sin moral, intenciones sin raíz, anhelos de hielo.
El reloj sin agujas
Ángela Becerra
Columna "The end"
Periódico ADN
Miércoles 27 de enero de 2010