El condicionamiento ante la muerte empieza a los dieciocho meses. Todo crío pasa dos mañanas cada semana en un Hospital de Moribundos. En estos hospitales encuentran los mejores juguetes, y se les obsequia con helado de chocolate los días que hay defunción. Así aprenden a aceptar la muerte como algo completamente corriente.
—Como cualquier otro proceso fisiológico —exclamó la Maestra Jefa, profesionalmente.
Un mundo feliz
Aldous Huxley
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